domingo, 21 de septiembre de 2008

De un lugar de la Mancha a un rincón del Índico

El padre de un amigo lleva años trabajando en África para Cruz Roja. Este "misionero" nos ha dado la oportunidad de saber algo más de allí desde que ha abierto su blog. Actualmente está en Madagascar, y las cosas que cuenta de allí estremecen a cualquiera.


Aquí os pego su primer post:
Antananarivo en agosto


Cuando en octubre del año pasado llegué a Madagascar para instalarme en Antananarivo (a partir de ahora Tana, así la llamamos para ahorrar tiempo y saliva), me llamó la atención ver en muchos establecimientos públicos estufas de gas, de aquellas llamadas catalíticas, que cada vez son más raras en nuestra tierra, pensé que era una exageración de la gente de aquí, sobre todo si miras un mapa y es que nos encontramos entre el Trópico de Capricornio y el Ecuador. Todos me decían “ya te enterarás a partir de mayo, cuando llegue el invierno austral”. Tana se encuentra en una meseta deforestada a unos 1.500 m de altitud sobre el nivel del mar, rodeada de ríos y de arrozales, y desde mayo hasta agosto hace un frío húmedo que se mete en los huesos y que no hay manera de quitarlo de encima, es sencillamente horrible. Las casas están mal aisladas, puertas y ventanas no cierran bien y a pesar de dormir con dos mantas y una colcha no conseguía entrar en calor durante toda la noche.

Pero yo soy un privilegiado, tengo un techo y una cama donde dormir.

Tana es una gran ciudad, con alrededor de 2 millones de habitantes, en su ordenación y su arquitectura se nota la influencia francesa, hay muchas calles pavimentadas de piedra, como en los cascos viejos de muchas ciudades europeas. Y hay dos túneles.

Los túneles son el hogar de cientos de indigentes durantes el invierno, duermen apretados unos a otros para compartir el calor corporal, y la mayoría de esos indigentes son niños, niños de la calle, segunda, tercera o cuarta generación de niños de la calle, que nacen, crecen, se reproducen y mueren en la calle. Son muchos, unos, los menos, tienen familias y se les hace regresar a sus casas, otros, irrecuperables a pesar del esfuerzo de diversas instituciones por ayudarles.

Agosto en Tana te hiela los huesos y los niños de la calle el corazón.

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